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Rincón web de JoanGou
Joan Gou i Campamar

Receptivo Costa Brava

Gestion de la distribucion turistica, desde dentro.

Joan Gou i Campamar
Publicado por JoanGou el 25 de Septiembre de 2008

Da igual que la nomenclatura sea en Ingles o Castellano, la discusión no debería centrarse en el titulo, si no, en la funcionalidad.

 

En la etapa denominada 2.0 donde se pregona que el cliente tiene el control o la palabra, aunque parezcan palabras iguales para definir lo mismo, no lo es.

 

Que el cliente tenga la palabra, no es ninguna novedad, siempre la ha tenido, otra cosa bien distinta es que las empresas con las que pretende comunicarse sepan escucharle o satisfacerle.

 

El control se lo otorga la libertad de decidirse por un producto o servicio que le satisfaga, con lo cual el control tambien lo ha tenido siempre.

 

En la lucha cotidiana a la caza del cliente, manda la cuenta de resultados, leemos a menudo acerca de errores sistemáticos en fidelizacion y atención post venta o servicio, cambia el mensaje, siguen los errores.

 

¿Que nos cuentan las grandes comunidades?, pues de todo, como en el mercado o en el estadio de fútbol con 100.000 personas, viendo lo mismo pero con opiniones distintas, sin embargo el espectáculo es igual para todos.

 

Los afectados por los comentarios padecen “sonrrojismo digital” con la creencia  vergonzante de que todo el mundo sabe de sus flaquezas, mientras a la par es consciente de lo que cuesta posicionar la pagina Web corporativa o que una simple oferta llegue al mercado digital.

 

Estoy convencido que esto tendrá efectos emocionales severos para las nuevas generaciones digitales afectando a la lateralidad (conflicto de hemisferios).

 

Parece ser que para lo que se considera malo (malos comentarios) la reacción mas allá de intentar enmendar los errores y tratar de que no se produzcan, es ver de que forma los podemos eliminar incluso con la predisposición de pagar grandes sumas para conseguirlo.

 

Si pretendemos que las comunidades sean de plena libertad (así son todas en sus inicios, con un único objetivo, obtener masa critica) deberían mantener este espíritu, si se tuerce, y no se puede reconducir hay tener la valentía de cerrarlas para siempre, y asumir el fracaso, ¿pero que comunidad es capaz de tomar decisiones semejantes con tanta gente ahí encerrada?, dicen que su valor es incalculable.

 

Si le seguimos  el rastro deberíamos poder identificar el objetivo final de cada una de ellas, subyace en el espíritu  el ánimo lucrativo, aunque la publicidad lo niegue, nadie regala nada, en el siglo XXI tampoco.

 

Estamos viviendo en la era de que todo es o debería ser gratuito, solo que tengo alguna duda al respecto ¿Por qué todo debería ser gratis? Si hago un análisis de mis servicios y nadie esta dispuesto a pagar por ellos, tengo un serio problema, pero no por el hecho de que una masa me exija la gratuidad de mis servicios o productos he de satisfacerles, una de mis principales obligaciones es dirigir mi oferta a un publico objetivo, si no soy capaz de identificarle y me equivoco no me da derecho a recriminar al mercado.

 

Cuando escuchas a mucha gente a la vez, corres el riesgo de no oír ni siquiera a aquellos que piden a gritos tus servicios, ensordecidos por el griterío general.

 

En el campo siempre habréis oído la siguiente afirmación, hay que separar el grano de la paja, sigue vigente.

 

Si hablamos del  control de una comunidad, creo que equivocamos el vocablo, se contradice con  el objetivo para el que se crea, si se persigue libertad de expresión.

 

El cliente tiene todo el derecho a demandar los mejores servicios/productos a los mejores precios y prestaciones, los que no cumplan estos requisitos abstenerse.

Esta simple frase debería bastar para regular el mercado.

 

Es habitual ver como las ofertas van dirigidas a toda la sociedad, (lo de la globalización ha hecho pupa) nos saltamos la segmentación, el publico objetivo, porque hemos descubierto una arma muy económica de comunicación masiva  con munición supuestamente gratuita equiparable a matar moscas a cañonazos.

 

Tampoco pasa nada por ser todavía un digital 1.0 o un don nadie digital, hay mercados que todavía viven en la felicidad de los colmados, quioscos, bares de la esquina, tertulias bajo la sombra del árbol mayor de la plaza chica.

 

Hay que partir de otra premisa distinta como la que impera o pretende imperar.

“el mundo necesita de mis productos o servicios” falso, eres tu que necesita del mundo, abre los oídos, escúchales, y dales lo que piden, veras que aun funciona.

 

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Añadir comentario 2 comentarios
carlos Hernandez
#1 carlos dice:

Joan. Como siempre agradezco el conocimiento que rezumas y que le pone palabras a situaciones que yo no se como definir. Para mí, cuando empezó esto del tan manido 2.0, lo que más me emocionaba era la idea de "libertad absoluta", "el poder del cliente", y en mi sector "el poder del lector, que además se convierte en informador". Pero apenas ha pasado un año y medio de aquello, y con lo que me encuentro es que hay una lluvia absurda de gente que habla de este invento como si fuera un coto privado, con unas reglas privadas. Que se habla a voz en grito de contratar a personas en empresas, -y empresas para poner esas personas-, para crear un tráfico ficticio entre clientes ficticios, y de ese modo pervertir el sentido del invento. ¿No es absurdo?. Como tu dices, aquí nadie ha inventado nada. El cliente siempre ha sido dueño y señor, y lo único que se le ha dado es otras herramientas para que lo haga de otra manera, y para que se le oiga de otra manera. Nada más... y nada menos.
Cuando yo os empecé a seguir, y cuando a base de leeros me convecisteis, -tu y algunos más-, de que este era una parte del camino que había que recorrer, me pareció que era la bomba Joan. Y aún lo sigo creyendo, solo que ya me he dado cuenta de que no todo el mundo sigue pensando como pensaba, y que ya no es el fin exactamente el mismo que yo ví.
El invento de la rueda hubiera pasado sin pena ni gloria si el inventor se lo hubiera guardado en su casa. Pués aquí lo mismo. Y tienes razón en eso de que el mundo necesita mucho menos de nosotros, que nosotros del mundo.
Bienvenidas sean las ideas nuevas que aporten hacer más y mejores cosas. Y bienvenidas, -al menos en esta casa-, sean las personas con ese mismo espíritu.

Escrito el 26 de Septiembre de 2008, hace más de 5 años
Esther Mascaró Puntí
#2 Esther dice:

Joan, tienes razón en que lo ideal es la autorregulación, no sólo online sino también en la vida offline, que al final, es la misma vida sólo que sin pantalla enmedio. Lo que ocurre es que lo de autorregularse algunos lo llevan francamente mal. El portero digital, como tú dices, es necesario precisamente porque no todos los usuarios están dispuestos a respetar unas mínimas normas de convivencia.
Y por supuesto que no pasa nada si uno se queda a la sombra de un árbol, al margen del 2.0. Si tus clientes no están allí, ¿por qué vas a estarlo tú? Es curioso cómo funciona el mercado. El 2.0 surge de la sociedad, es una necesidad social que se beneficia de una tecnología. Muchos se apuntan a esa nueva filosofía de comunicación y de negocio. Luego surgen empresas para canalizar esa relación, potenciarla y meter a más gente dentro, intentando forzar de algún modo lo que era una iniciativa espontánea, y queriendo sacar beneficio de ello, por supuesto.
No es el 2.0 o la nada, algo que quizá algunos pensaron en algún momento. Es el 2.0 u otro modo de hacer las cosas, como se han hecho siempre. E incluso mejor: es posible combinar ambos métodos, a mi modesto punto de vista la mejor opción para muchas empresas que tienen a sus clientes a uno y otro lado de la pantalla.
Joan, un gusto leerte y comentarne de nuevo.

Escrito el 26 de Septiembre de 2008, hace más de 5 años