A veces no nos damos cuenta de lo pequeños que pueden ser los sitios en que nos movemos.
Una noche entró al hotel una señora tÃmida y cansada. Con un susurro me pidió una habitación, pero aclaró "que sea grande, es que soy claustrofóbica". Le expliqué que todas nuestras habitaciones tenÃan más o menos el mismo tamaño, pero tenÃa libre una con terracita, que al menos podÃa salir a tomar el aire si lo necesitaba.
La mujer aceptó con resignación. ParecÃa una vieja ama de casa, de esas que no se hallan fuera de su entorno, y mientras apuntaba los datos me preguntaba qué le habrÃa pasado. ParecÃa un fantasma, sin maleta, ni una bolsa, angustiada, sola.
Cuando le di la llave su temor aumentó. HabÃa llegado el momento. Para que se sintiera más segura la acompañé hasta la habitación y me aseguré de que no se sentÃa mal, y de que no querÃa que llamara a un médico.
Mientras me decÃa que estaba bien se le caÃan las lágrimas.
"¿No te puedes quedar conmigo?" me preguntó. "No, lo siento, tengo que estar en la recepción, pero usted puede quedarse en el hall o llamarme cuando necesite algo", respondÃ. "También puede dejar la puerta o la ventana entreabiertas, no va a pasarle nada, es un lugar muy seguro." No sé si eso la hacÃa sentirse más tranquila o le daba más miedo.
No recibà ninguna llamada por la noche, ni bajó a visitarme tampoco. Llegar hasta ahÃ, pasar por las escaleras, estar en un sitio desconocido, debe haber sido demasiado agotador, como debe ser agotador en extremo vivir en un mundo tan pequeño, tan apretado, tan cercado, y rodeado de gente que no tiene esas sensaciones.
Todos los que tengan alguna fobia lo entenderán.
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Yo no tengo fobias (al menos, no conocidas, como las alergias), pero dirijo un muy pequeño hotel y no siempre vemos parejas románticas o grupos de amigos con ganas de disfrutar de un pequeño lugar. También nos usan para consolar momentos duros (enfermedades apunto de muy mal parar, desgracias familiares...).
Tengo curiosidad, cómo terminó?
Si, por favor, como terminó, me has dejado con la camisa que no me llega al cuerpo. Narras muy bien, pero haz el favor de contarnos que paso con esta pobre mujer.
Cuando yo trabajaba en un hotel en Madrid, llego una señora en parecidas condiciones y se estuvo un par de dÃas, cuando salio de su habitación me dijo "bueno Juan Carlos no me ha encontrado, sabe usted, a mà el rey me persigue y tengo que esconderme de él".
Yo también me he quedado intrigada por cómo acaba la historia, la verdad...
Cuando llegué al trabajo la noche siguiente la señora no estaba. No la volvà a ver, por lo que creo que tuvo algún problema puntual ese dÃa. Mis compañeros me dijeron que creÃan que la mujer estaba un poco loca, pero yo creo que no. Creo que tuvo un mal dÃa, de esos que caen cada tanto, y además la claustrofobia es uno de los problemas más molestos que existen.
Me habrÃa gustado que me contara lo que le pasaba, y en cierta forma le di la libertad de hacerlo al invitarla a que se quedara conmigo en el hall, pero no lo hizo. Puede que tuviera vergüenza, o demasiado cansancio, o puede que necesitara guardar esas cosas para ella. Dormir también es pasar página.
Lo extraño de la situación no fue la claustrofobia en sÃ, porque hay mucha gente con fobias por el mundo, fue la suma de detalles que parecÃan fuera de lugar: una señora de su casa sola por ahà en medio de la noche, su sensación de tristeza inconsolable, su silencio, el hecho de que no llevaba el menor equipaje más que lo puesto. ParecÃa esos personajes de las pelÃculas que se despiertan de un sueño 200 años después y no encajan ni entienden nada de lo que los rodea.
Desgraciadamente no sé cómo acabó la historia, aunque imagino que no acabó sino continuó. Incluso puede que esa noche haya sido el comienzo de otra historia para ella. Puedo seguir hasta el final las historias que caben en las 8 horas de mi turno, o las que se explicitan o trascienden a los demás turnos, pero este no fue el caso.
Después me puse a pensar que a pesar de todo lo que nos dedicamos a decorar y hacer nuestro hotel más bonito y acogedor, hay clientes que desearÃan paredes transparentes, habitaciones interminables, o ni siquiera tener que dormir en un hotel jamás, y para ellos hay que buscar nuevas ofertas.
Gracias a todos por los comentarios! Besitos!
Marynin es delicioso lo último, tu último párrafo.
" hay clientes que desearÃan paredes transparentes, habitaciones interminables, o ni siquiera tener que dormir en un hotel jamás, y para ellos hay que buscar nuevas ofertas "
Me has dejado sin más.
Que gusto que en esta Comunidad pasen este tipo de personas
Estoy con Montse. Me ha encantado la forma de rematar esta anécdota. Y no dejes de escribir, de verdad que es increible la capacidad que tienes para trasmitir. No es broma.
Hace tiempo que vengo pensando que dadas las buenas anécdotas que se están colgando en este grupo, y donde ya llevamos algunas docenas, es posible que dentro de poco hagamos una selección de las más comentadas, votadas y valoradas para hacer un primer e-book. Creo que si lo hacemos bien, y viendo la cantidad de cosas divertidas y peculiares que aprecen por aquÃ, a medio plazo pueden suponer una sucesión de libros digitales muy interesantes para ver la otra cara, -la que menos documentación tiene-, del sector turÃstico en el que nos movemos. Ya os iré informando.
Y gracias por el relato.
Bonita historia y muy bien redactada. Enhorabuena pues me me has dado que pensar. Gracias.
Gracias a todos por el aliento. Apenas tenga un ratito subiré más anecdotas. Carlos, me parece muy buena la idea del e-book. Me apunto para lo que haga falta. Besos!
Marinyn
relato a tener muy encuenta.Si las paredes de las habitaciones de hotel hablaran, qué de cosas nos contarÃan!
Estoy de acuerdo con Montse, los hoteles, sirven muchas veces de válvula de escape para situaciones que nada tienen que ver con placenteras vacaciones, que fantástico serÃa poder ofrecer habitaciones especiales, para situaciones especiales.
Pues esto que comentas Aran, sabes que es muy interesante? A mà siempre me sorprende que todas las ofertas hoteleras se concentren en situaciones sonrientes y super-lúdicas
Marynin, me ha encantado tu historia y, especialmente, su sensibilidad para compartirla.Gracias.