INTRODUCCIÓN Y BASE MOTIVACIONAL (parte primera)
Viene de: “Utopía o alternativa para una economía en crisis”. UNO
RECORDANDO UN VIEJO SUEÑO
Como autor de este trabajo, quiero ante todo presentar a quienes lo puedan leer y se sientan interesados en las ideas que del mismo se desprenden, cual ha sido la base motivacional que me ha llevado a estudiar el tema durante muchos años y me ha decidido hacia la solución del cooperativismo.
Soy un profesional de hostelería, con tradición familiar en dicho campo, mi padre comenzó sus experiencias hosteleras en la bella isla de Cuba durante el primer cuarto del pasado siglo. Personalmente comencé a trabajar en un negocio familiar a los catorce años, en el otoño de 1950, pasando por la Escuela Superior de Hostelería de Madrid en la que obtuve el Diploma de Gerencia Hotelera en el año 1.963.
Es a partir de ese momento cuando de verdad comienza mi vida profesional en forma intensa, sintiendo la profesión como hasta aquel momento no había podido sentirla, y dándome cuenta de la gran cantidad de problemas que se estaban planteando a la misma, como consecuencia de un “boom turístico” que estaba siendo promocionado por motivaciones político-económicas, en las que poco tenía que ver el sector profesional.
La década de los sesenta nos hace conocer una proliferación de establecimientos turísticos, muchos de ellos creados por la sola motivación de unos créditos fáciles y económicos, que provocan que un escaso plantel de buenos profesionales, sea llevado mucho más allá de su nivel de incompetencia, es muy difícil conseguir los profesionales necesarios para cubrir las plazas de trabajo que se crean, mucho más difícil, cuando las divisas que el turismo, que se provoca a precios súper económicos, ayuda a una industrialización del país, que creando una fuerte demanda de mano de obra, hace que los salarios en la industria suban de forma incontenible, mientras que en la rama de servicios se mantienen o deterioran año tras año, por cuanto el personal más cualificado técnica o culturalmente se adapta con mayor rapidez a las exigencias que marca la industria, dejando a la rama de los servicios, en la mayoría de los casos, solamente los excedentes de mano de obra menos cualificada, peonaje, jornaleros del campo, etc.; las razones son poderosas: La industria ofrece seguridad de empleo, jornadas perfectamente definidas, domingos y festivos libres, vacaciones pagadas, cuando no ofrece además lo que en aquellos años y en España parece el no va más, en cuanto a ventajas laborales, la semana inglesa. Contra ello, la hostelería y mayor parte de industrias afines a la misma, consecuencia de la falta de profesionalidad de la mayoría de los acuden a ella, y las enormes cargas financieras con que se crean la mayor parte de los establecimientos, ofrece sueldos reducidos en cierta manera compensados por una manutención y alojamiento, que en muchos de los casos ofrece como contrapartida a jornadas interminables de trabajo, que para los temporeros “trabajadores de temporada” son además sin día libre semanal, por cuanto hay que intentar conseguir en los pocos meses que dura la temporada de trabajo, unos ingresos mínimos que permitan vivir el resto del año, en que no habrá trabajo ni seguro de desempleo para estos trabajadores eventuales, que habrán de ir mendigando por las grandes ciudades del interior de la península un trabajo para los meses de invierno, y cuando no lo encuentran en la hostelería que no puede absorber el excedente de mano de obra que representan los temporeros, han de acudir a la vendimia, la recogida de la aceituna, la construcción, etc.; y para que hablar para estos trabajadores de las vacaciones, si en la mayoría de los casos éstas han de durar no menos de SEIS MESES, solo que naturalmente sin ingreso alguno que permita disfrutar de las mismas.
Situación precaria, de la que no nos salvamos ni siquiera los supuestamente más cualificados profesionales que nos hemos preocupado de nuestra preparación y hemos acudido a la Escuela Superior de Hostelería; no digamos ya de aquellos que se han ido preparando en Escuelas de Hostelería provinciales, con condiciones de instalación y medios de enseñanza mucho más precarios de los que contaba en aquellos momentos la flamante Escuela Superior, después Escuela Nacional Superior de Hostelería y a continuación Escuela Sindical Superior de Hostelería, para aún otra vez pasar a denominarse Escuela Sindical Superior de Hostelería y Turismo, todo ello en el transcurso de una sola década.
De esta Escuela salimos cada año un nutrido grupo de profesionales que hemos tenido que abrirnos paso entre la incomprensión de nuestros propios compañeros del mundo del trabajo, que consideraban que la única forma válida de preparación era la que ellos habían sufrido, de interminables jornadas de trabajo en los niveles de aprendizaje primero y ayudantía después; y la de un estamento del mundo empresarial que consideraba en la mayor parte de nosotros, unos simples aprendices aptos para realizar prácticas, y dar las gracias una vez terminadas éstas por la oportunidad que nos habían ofrecido de conocer los secretos de la industria en la que pretendíamos triunfar; entre estas dos corrientes tuvimos que nadar y demostrar de forma fehaciente, nuestros conocimientos, interés profesional y afán constante de superación, para empezar a ir ocupando puestos cada vez más altos en la escala profesional, para que hoy, casi quince años después (esto se escribe cuando hago la presentación de este proyecto a mis compañeros en 1974) de salir la primera promoción de aquella Escuela inaugurada en la Casa de Campo de Madrid, encontrar a gran número de antiguos alumnos de la misma en los más altos puestos de la industria turística; pero sin haber conseguido en ninguna forma, que los problemas básicos de la industria se hayan solucionado, sino por el contrario nos encontramos en el momento actual (1974) en una situación de crisis, que no por ser general, debe hacernos olvidar las circunstancias que en lo que a nuestra industria se refiere, la han hecho inevitable.
Y en ese afán de no olvidar, debo remontarme al año 1.963 en el que con mi Diploma de Gerencia Hotelera me voy a Inglaterra a trabajar de ayudante de cocina, las dificultades para encontrar en España un puesto de trabajo estable y dignamente pagado, nos impulsa a muchos a salir del país, nos hace ilusionarnos en hacer algo importante, en aprender nuevas técnicas, en crear. Así, comienzo a estudiar algún camino que pueda hacer más fácil la salida a la empresa de todos los compañeros que hemos sacrificado algunos años de nuestra vida preparándonos en la Escuela de Hostelería, y pienso en la creación de una sociedad a la que se tendrá acceso siendo antiguo alumno de dicha Escuela, sin embargo las dificultades económicas y técnicas, me hacen ver casi inviable la idea; inviable pero no descabellada, por cuanto la misma idea había sido planteada hacia el año 1.966 por un grupo de compañeros catalanes, sin embargo como me pasó a mí, la idea queda en eso, en idea; es algo que no me deja descansar fácilmente, por cuanto la considero como la solución ideal a la mayor parte de nuestros problemas; guardo gran cantidad de apuntes que he ido creando a lo largo de los años, ya que nunca ha abandonado la idea de forma definitiva.
Continuaremos esta presentación con el post titulado:
“Utopía o alternativa para una economía en crisis”. TRES
INTRODUCCIÓN Y BASE MOTIVACIONAL (parte segunda)
Si le ha interesado el contenido de este post, puede encontrar más temas de interés por medio de los INDICES TEMÁTICOS de mis post en:
Índice Temático 01.- ¿Necesitan los hoteles españoles un cambio del modelo de gestión?
Índice Temático 02.- Mi visión del Revenue Management como Gestión de Resultados
Índice Temático 04.- Los Recursos Humanos en la Gestión Hotelera