En nuestro dÃa a dÃa nos enfrentamos a todo tipo de retos: personales y laborales.
Los unos, más o menos, podemos asumirlos con cierta facilidad, controlarlos y conseguir el fin.
Pero ¿y los otros?
A grandes rasgos se dividen en dos grupos. Por un lado los que marca la empresa, y por otro los de uno mismo, que no tienen por qué relacionarse con la entidad en la que uno trabaja, sino que están vinculados a cualquier tipo de aspiraciones profesionales que cada uno pretenda alcanzar.
¿Y qué sucede si los que plantea la empresa no interesan? No motivan, por ejemplo porque implican un esfuerzo de cualquier tipo para el que uno no se encuentra preparado desde un punto de vista laboral, académico, personal, emocional, temporal... Simplemente no se está listo para ello ¿Es factible negarse? ¿Qué posibles consecuencias hay?
Es importante tener retos, metas, algo por lo que luchar, porque el afán por conseguirlos nos mantiene vivos, nos permite llegar hasta el lÃmite, en muchos casos se revela dónde está nuestra frontera, descubrimos cosas de uno mismo que jamás hubiéramos encontrado de no alcanzar ese extremo, ese lugar desconocido, ese rincón que no sabÃas que tenÃas y que, un buen dÃa, debido al entusiasmo y las ganas de conseguir un objetivo, llegó para quedarse.
Esto es lo que hace que tengamos que buscar otro fin para alcanzar, porque, de no ser asÃ, esa ilusión terminarÃa, y con ella se irÃan las ganas de superarse... todo aquello que nos hace competitivos, eso sÃ, hay que competir sanamente, porque está claro que si hay un ganador también hay un perdedor.
Pero ¿y si le damos una vuelta más? ¿Y si en vez de competencia lo llamamos "coopetencia" y salimos todos beneficiados? Seguimos teniendo retos, continuamos con esa energÃa, vivacidad, eso que nos mantiene despiertos, que nos descubre rincones, que nos aporta valor, que nos hace colaborar con otros, que nos permite enseñar y aprender, que nos da conocimiento, algo tan preciado.
La moraleja que saco de esta reflexión es básica: afrontar retos supone adquirir conocimiento.
Y alguien dirá ¿qué tiene esto que ver con el turismo?
Pues algo o mucho, porque esta reflexión me ha venido después de una conversación con alguien que lucha por conseguir que gente del sector se una para dejar de competir entre ellos por demostrar quién es mejor, qué servicios ofrecen unos y otros... Y se den cuenta de que asà sólo consiguen perjudicarse, mientras que unidos serán capaces de afrontar retos y obtener beneficios que no conseguirán por separado.