Después de este largo verano cabría que nos hiciéramos alguna que otra reflexión.
Para mí, este ha sido el verano más largo que he vivido, a pesar de haber tenido una elevada ocupación no quisiera vivir muchos veranos como éste. Lo digo con la impotencia del que tiene corazón de conservacionista ante el largo verano y elevadas temperaturas que hemos tenido hasta hace unos días.
Hubo quien hace tiempo me decía que alguien le comentó que los tiempos de sequía eran buenos para el turismo en general. No estaba muy desacertado pero ese pensamiento era un tanto egoísta, viniendo de quien venía.
Es cierto que el parámetro “mal tiempo” influye muy directamente en la afluencia de los visitantes a los hoteles, casas rurales y otros, pero no es menos cierto que ese mal tiempo es el que hace que la rueda de la vida gire una y otra vez y acaso un día sea este desastroso tiempo el que mate a la gallina de los huevos de oro que es nuestra naturaleza.
Este último año nos hemos enfrentado a dos fenómenos meteorológicos a los cuales estamos poco habituados y a los cuales hemos de acostumbrarnos. Por una parte estuvo el muy húmedo y lluvioso invierno, con todos los desastres causados: inundaciones, pérdidas de cosechas y arbolado y por otra parte acabamos de tener este largo verano, el más caluroso y prolongado que nunca hemos conocido.
Éstos están causados por el cambio climático (aunque los meteorólogos digan que no, que éstos solo se deben a fenómenos cíclicos).
A partir de ahora si estamos en las temidas dos estaciones climatológicas.
Si bien es cierto que en lo turístico, este verano de cuatro meses ha sido agradecido, en mi caso la piscina la he tenido abierta desde el día 1 de mayo hasta hace unos días, con estancias prolongadas, prácticamente siempre con clientes extranjeros, lo cual demuestra que ya desde el año pasado, algunos países cercanos ya están saliendo de la crisis.
En cuanto al turismo rural nacional, este se ha retraído con respecto al año pasado, julio y agosto ha supuesto un 50,1 %, siete puntos porcentuales menos que el año pasado, Si se comparan los índices de ocupación de este verano --un 28% en julio y un 51% en agosto-- con los registrados hace un año, con tasas del 34% en julio y del 58% en agosto, se aprecia un descenso de la ocupación de seis puntos porcentuales en julio y de siete puntos en agosto.
Estos resultados negativos se suman así a la caída del verano pasado, cuando la ocupación en alojamientos rurales perdió cinco puntos porcentuales en julio y tres en agosto en comparación con 2008.
Yo creo que si aquí en Los Pedroches se apuesta, de una vez por todas, por atraer al turismo extranjero tendremos mucha acogida ya que no debemos olvidar que estamos en Andalucía. Estos turistas se interesan por nuestra tierra en cualquier fecha no solo en verano, y lo hacen especialmente desde la primavera hasta el otoño.
Y en cuanto al tiempo, ni quiero veranos tan largos ni inviernos tan húmedos.
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