Esta Semana Santa he disfrutado de unas magnÃficas vacaciones en el lugar que me vio nacer y crecer. La cuestión es que después de estos casi diez dÃas he regresado con un sabor agridulce en la boca, dulce porque siempre es agradable reencontrarte con la gente que quieres pero agrio porque he podido comprobar como con los años ha perdido la esencia que ahora pretende vender como recurso turÃstico.
La cuenca del Nalón se sitúa en el centro del Principado de Asturias, el rÃo que le da nombre baña las tierras langreanas que un dÃa fueron fuente de riqueza gracias a la industria minera y la siderurgia.
Su principal belleza siempre residió en el gran contraste entre el magnÃfico paisaje que rodea el valle y los pueblos grises y obreros que conforman el concejo: La Felguera, Sama, Ciaño, Barros, Riaño y Lada.
Sus gentes, orgullosas de pertenecer a esta cuenca minera, han estado siempre marcadas por las historias acontecidas en el pozu Mª Luisa, el Fondón o el CandÃn. Historias llenas de dolor que en muchas ocasiones impregnaban los ojos de esos mineros con el color de la nostalgia, pero que en ningún caso les hacÃa plantearse que de otra forma hubiera sido mejor, el picador de primera nace, no se hace, “la mina hay que llevala en el corazónâ€, dicen orgullosos.
Sin embargo, ahora, descolorida por la falta de carbón, vende como recurso turÃstico su historia sin pena ni gloria. La fuerza de sus paisajes se diluye entre museos que pretenden acercar al turista años de lucha obrera y lugares que, a priori, solo encuentran un sentido turÃstico cuando uno de esos contadores de historias te acerca a lo que fueron y no a lo que son, me refiero a los abuelos.
Poco tiene que ver la visita al museo de la minerÃa con el descenso en jaula a una mina real, hoy muchas de ellas abandonadas pero no explotadas como recurso ya no turÃsticos sino para el recuerdo de la historia de lo que fuimos los langreanos. Menos tiene que ver la reproducción de una casa obrera convertida ahora en reclamo para turistas con el ambiente vivido en épocas pasadas. Pocos recuerdos para los lavaderos de carbón, o para esa central térmica que a todos con su pitido nos avisaba a la una que ya era la hora de comer. Hablamos de reproducciones exactas pero sin corazón, sin esa esencia que hace que el turista viva una experiencia inolvidable y quiera si no repetir al menos recomendar.
Y lo peor de todo es que se han empeñado en vivir del turismo, hoteles, casas rurales, restauración, etc., pero ¿para que? Grandes inversiones que poco a poco se están perdiendo como los recuerdos que comienzan a desaparecer con los ya mencionados contadores de historias.
Tampoco acompaña en esto la administración pública, asombrada me quedé, cuando el sábado paseando por el mercado de La Felguera, lugar donde podemos adquirir cualquier tipo de producto, recién sacado de la tierra, pero que tampoco parece ser un recurso turÃstico, a la vista de la promoción que han hecho de él, una de las fuerzas polÃticas más votadas en el concejo, repartÃa panfletos electorales con sus intenciones de fututo. Panfleto que por supuesto, y a pesar de ya no estar empadronada en el concejo leà detenidamente, y en el que observé con asombro que con cuatro lÃneas directrices despacha el tema tan contento, diciendo algo asà al respecto de la cultura y el turismo:
1. Más bibliotecas y mayor horario de apertura.
2. Potenciar la cultura.
3. Crear un espacio para la celebración de festivales.
 Da la impresión que como en otras muchas ocasiones pensamos que el turismo es una actividad que fluye de la nada, crece por inercia y llega para quedarse.
Mª Luisa,
me ha encantado este post. Me parece que este tipo de historias son las que merece la pena contar y difundir. Que se vayan perdiendo en la memoria de las personas es un gran daño para todos los que, durante tantos años, han vivido en la zona. Es dejar en el olvido la historia de mucha gente, de una forma de vida.
Solamente con lo que has escrito ya has despertado mi curiosidad sobre la zona. Que serÃa si se tomaran en serio la posibilidad de hacer valer todas estas historias y convertirlas en un hilo conductor para reforzar su promoción turÃstica. Un turismo más antropológico, educativo que mantenga viva la historia de esa zona.
Hola Ignacio, me alegra mucho haber despertado en ti la curiosidad por un pedazo de mi "tierrina". Un sitio cargado de historia y emociones. Espero tener tiempo esta semana y subir alguna foto para ilustrar mejor el post. Un saludo.
Buenos dÃas,
Te felicito,me ha encantado como narras la historia. Dices tanta verdad,
por eso yo de broma a mi entorno, siempre les digo que tengo un submundo
dentro de este mundo, hay cosas como por ejemplo esta que tu cuentas, sinceramente dañan el sentido de la vida.
Gracias por contarnos la historia de los contadores turÃsticos.
besos
Gracias a ti Magdalena por tur palabras !!! Bsos
Buenas
Toda la razón, muchas veces se vende sin saber la esencia de las cosas.
Un saludo