eventonomía

He tenido la oportunidad de conocer un negocio turístico con casi 50 años de existencia y en su modestia refleja los valores empresariales, turísticos y humanos que han estado sepultados en nuestro país durante estas décadas de desarrollismo y especulación.

En una pequeña localidad costera del norte de España, una mujer, con oficio de cocinera y empuje de empresaria construye un pequeño hostal en el centro de una pequeña finca, alejado, muy alejado entonces del centro urbano de la población y con unas vistas espléndidas sobre una bellísima línea costera. El hostal además tiene como punto fuerte la restauración, comida fresca y casera y su nicho de mercado es el turismo familiar.

 

En el hermoso jardín que rodea al edificio, se seca la colada y además se culitva una huerta que proporciona verduras frescas a la cocina del hostal.

A lo largo de los años el edificio se adapta al mercado: baño en todas las habitaciones, televisión, aparcamiento, terrazas ... ascensor.

La relación calidad precio, francamente buena y la atención personalizada.

Ya tenemos todos los ingredientes de los que tanto se habla ahora: emprendimiento (!y por una mujer!), nicho de mercado, gastronomía,  adaptación al cliente, política de precios, entorno sostenible y sobre todo y muy importante, el valor del trabajo.

Todas las características, inmateriales y materiales con las que comenzó este negocio turístico se mantienen en pie, excepto una: las maravillosas vistas que rodeaban al hostal, han sido ocultadas por bloques de apartamentos -!gracias a Díos!, de sólo tres alturas y rodeados de pasos ajardinados- y ese entorno, muestra claramente la firme voluntad de la familia de mantener su negocio turístico sostenible, sin especulación inmobiliaria, ni pelotazos, con el valor de trabajo bien hecho.

Qué cada uno extraiga sus propias conclusiones.