En estos dÃas el tema por defecto en todos los debates es el de las Jornadas Mundiales de Juventud (JMJ) en Madrid, de los efectos que ha tenido en la economÃa, en la sociedad, y concretamente en la industria turÃstica de Madrid y España.
Hoy mismo, el compañero Xavier Canalis hacÃa una interesante reflexión al respecto del impacto de este megaevento.
Los debates que he tenido con compañeros han ido más o menos por el mismo lado de lo que comenta Xavier: Ok, el evento ha podido ir bien o mal, ha podido tener efectos positivos o negativos. Pero al final todo es suposición, especulación y demagogia. Nada de indicadores reales ni profesionalidad a la hora de afrontar este tipo de acciones, ni desde el gobierno, ni desde ninguna entidad promotora, en este caso de la JMJ, pero como indica Xavier, de cualquier otra que se organiza en este paÃs.
Prácticamente para toda acción que realiza una empresa, para toda campaña o proyecto serio, se tienen que realizar mediciones antes y después, para conocer el retorno de la inversión, asà como los indicadores que se han visto afectados en nuestra empresa a su finalización. Y el gobierno no deja de ser una gran empresa, de la que todos los ciudadanos somos socios. Y estas mediciones deben estar disponibles y accesibles de alguna forma para que podamos evaluar de verdad si las cosas se están haciendo porque sÃ, o si hay razones reales y de peso para llevarlas a cabo.
Y me permito decir además que el no hacerlo es cuestión de dejadez, desinterés... o por interés, que serÃa peor todavÃa. Porque realmente existen las herramientas para hacerlo, existe la tecnologÃa y es relativamente fácil ponerlas en marcha para los profesionales que tenemos el conocimiento, que nos somos pocos, de eso estoy seguro.
No vale con que salga un portavoz del gobierno a decir, como ocurrió hace un par de dÃas, que "es verdad que acarreará algunos gastos, pero también importantes ingresos y al final, ponderando ambos, no supondrá un gasto para el Estado", o que se trata de un evento "bueno para los católicos y también bueno para la economÃa española".
Porque la vaguedad en los términos inspira desconfianza, y porque los ciudadanos tenemos derecho a saber por qué se hacen las cosas, y las utilidades que obtenemos de ello, independiente de que sean económicas, de promoción, polÃticas o de cualquier tipo.
Porque que esto lo diga un portavoz del gobierno no nos aporta nada, ya que entre la percepción del organizador, y la percepción del que llega, ve, sufre o disfruta, y se va, pueden existir unos huecos bastante importantes, como bien decÃa el amigo Parasuraman.