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No se puede pedir lo que no estás dispuesto a dar.
Cuando trabajas en equipo y, especialmente, cuando ejerces como responsable o jefe de un departamento debes, en primer lugar, ser coherente contigo mismo, contemplar tus virtudes y flaquezas y exponerlas, sin miedo, al frente de tus compañeros. No eres perfecto ni tienes por qué tener todas las respuestas pero debes hacer ese ejercicio de transpiración personal para no solo reconocerte sino encaminarte a mejorar tus puntos débiles y fortalecer los más fuertes.
El equipo siempre observa, puede o no actuar, esconderse tras la trinchera o entonar incluso un discurso diferente. No importa: es el equipo.
Y es razonable pensar que ninguna palabra prevalece en el tiempo sino va acompañada de las acciones pertinentes. Hay quién cree que la corbata y el despacho concede autoridad pero quién no oye ni ve más allá de sus galones solo conseguirá tener una presencia sombrÃa, imperceptible a la voluntad de otros.
La posición en sà misma no genera esfuerzo.
Convocar a tu equipo, reunirlo frente a unos propósitos o divergencias puede resultar muy complicado sino prevalece un sentimiento de escucha permanente.
Oyendo somos capaces de diferenciar las áreas más negativas pero también nos aporta con la integración debida recursos, respuestas y salidas que no solo afirma los procesos sino que cunde en señal de ánimo y confianza para los miembros del equipo.
A veces, damos por hecho que lo que sabemos ya lo saben o lo que es peor que nada tenemos que aprender de quién por posición nos relega al mando.
Craso error: manejarnos en las congratulaciones de nuestro ego, ser exponente de nuestro lado oscuro o menos oscuro arbitrando soluciones opuestas a la misma cuestión.
No puedes ser lo que no eres si antes no aspiras a conocerte.
Por muy técnico y eficaz que seas en el desarrollo de tus tareas jamás conseguirás dirigir voluntades sin humildad, generosidad y entusiasmo.
Liberarse de uno mismo y desnudarse frente al otro es el principio de una oportunidad hacia el verdadero cambio.
Perdernos en la maraña de nuestras obsesiones, vulnerar la inteligencia de otros, encomendarnos a zigzaguear nuestras acciones podrá aventurarnos a corto plazo pero nunca convertirse en el reguero de sanas inspiraciones.
Las personas creen en lo que ven.
Y si no te ven forjándote en la batalla, apretándote los dientes contra la adversidad te aguantarán en su distancia personal pero no llegarás ni a rozar su emoción más evidente.
Y es que la teorÃa no es suficiente para avalar un buen Management en las empresas.
Como dirÃa Aristóteles: "enseñar no es una función vital porque no tiene el fin en sà misma; la función vital es aprender".
Y tú, ¿aprendes? , ¿ qué puedes aportar y mejorar para tu equipo ?
Excelente reflexión, Juan Antonio. Gracias por estas lÃneas en tu más reciente post de arriba. Alrededor de un asunto (nuestras propias capacidades humanas, nuestros recorridos de aprendizaje, el necesario crecimiento interior imprescindible a la hora de dirigir equipos, etc., etc.), todo ello fundamental para el éxito como gestores profesionales de grupos humanos! Y todo ello esencial hoy en dÃa a la hora de desplegar un management moderno, eficaz y rentable para los objetivos de las empresas en nuestro sector de la hospitalidad, la hotelerÃa y el turismo en general.
Un cordial saludo ;-)
Enhorabuena Juan Antonio por esta reflexión sobre la importancia de la función del aprendizaje por parte de todo manager.
El gran problema del management, se deriva del gran número de managers que consideran que el cargo les da autoridad y prestigio, sin considerar que la autoridad depende del respeto que le tengan aquellos sobre los que la ejerce, porque si éste no existe, estará ejerciendo el cargo con autoritarismo, no con autoridad, y que el prestigio no es inherente al cargo, porque el cargo no prestigia al individuo, es el individuo quien prestigia el cargo, si lo ejerce con honestidad y sentido común, porque en el caso contrario, lo único que el cargo hace es poner en evidencia la falta de capacidad del individuo, que automáticamente pierde cualquier nivel de prestigio que pudiera suponérsele.
Estoy de acuerdo totalmente con Juan Antonio, ya que considero que no es tan importante cuanto se sabe, lo verdaderamente importante, es cuanto se está dispuesto a aprender, y si se es capaz de asumir el aprendizaje que pueda derivarse de los propios errores, aprendiendo de los mismos, y mediante el aprovechamiento de la inteligencia colectiva del equipo que está llamado a liderar.
Gracias a ambos, Daniel y Miguel Angel por vuestros comentarios.
Fijaros bien que coincidimos y, sin embargo, qué lejos estamos de ese concepto tan "esencial y necesario". Sabemos que lo es pero al margen de lo teórico y algunas iniciativas, normalmente con muy poca cohesión y a modo de "rellenar el expediente" que tienen lugar en grandes empresas, ese carácter esencial y prioritario del Management es como "un titular sin contenido" y no ya por la falta de método sino por su plena incorporación y ejercicio en las organizaciones.
Hablamos continuamente del modo de saber diferenciarnos y no entendemos la capacitación de las personas como elemento catalizador de nuestra motivación y productividad.
La gestión del personal continúa siendo una asignatura pendiente porque hay un exceso de planteamientos teóricos que no se ponen en práctica y la visión está centrada en el gasto y no en la inversión.
Aunque hay conciencia no hay un verdadero ejercicio. La capacitación debe comenzar desde una amplia cobertura y sensibilización del "alto mando".
¿ Cómo vamos a modificar actitudes o potenciar la cooperación y la comunicación en un sistema que no atiende de forma constante y rigurosa a un intercambio abierto de ideas? ¿ Acaso no deberÃa ser ésta una de las claves de nuestra propia estragegia de diferenciación ? ¿ No es innovación ?
Mejorar servicios, satisfacer al cliente.. ¿ porqué no abrimos esa puerta a esa función vital y constante que es el aprendizaje ?. ¿ Qué opináis ?
Un saludo
Las palabras convencen pero el ejemplo arrasa, genial post Juan Antonio!!
Gracias a tÃ, Javier. Un placer tenerte siempre por aquà aunque he echado de menos "un poquillo" ese espÃritu crÃtico que te caracteriza. Ja,ja.
Buena Semana Santa.