No se trata de tener la mejor respuesta sino de saber buscarla.
Hay quién parte de la idea que la delegación le subordina, le hace sentir débil como si la autoridad fuera un esbozo exento de imperfecciones y no pudiera mostrarse flaqueza alguna en el ejercicio de la actividad.
Hace unos dÃas, sin querer, cogiéndome completamente de sorpresa, un empleado de un hotel se sintió desplazado al dirigirme a su director y referirme a él en su presencia sobre unas tareas que debÃa ejecutar.
Como consultor externo y aún no existiendo causa alguna que justificara su enfado, dà consejo a mi cliente con la única intención de asesorarle y asentar, si cabe, mejor el resultado.
No se trataba de nada especial, ni ejercÃa crÃtica alguna ni menoscababa su trabajo. Simplemente eran unas indicaciones claras y precisas.
Sin embargo, en su opinión se sintió ofendido porque dichas indicaciones, entendÃa, se le debÃa haber dado a él de primera mano, sin intermediarios, aunque éstos fueran sus jefes inmediatos.
Como digo me cogió de sorpresa porque no tuve la sensación de observar en mi conducta agravio alguno contra él pero, una vez lo supe, lo importante era su estado, el sentimiento que le habÃa generado y cómo tanta ofuscación le habÃa trastocado.
Las personas hablando se entienden y si eres capaz de escuchar al otro sin pensar en tus galones posiblemente tendrás una oportunidad de reconocerte y devolverle lo que presuntamente creyó perder.
No se trata entonces de evaluar las razones o si estuviste más o menos acertado. No se trata de justificar tu conducta y dejar al margen ese poso de sentimiento tan amargo.
Tener la razón no es lo importante.
Aunque puedas tenerla, esa razón no será el elemento clave para encauzar la relación.
La llave es otra y es ponerte en la piel de quién creyendo tener más o menos razones, darle el antÃdoto del reencuentro porque el corazón solo entiende de emociones.
Sé por qué se sintió asà aunque también disculpo en su descargo el mal hábito generado. Su enfoque es permisible en la medida que corresponde a un contagio, ese tipo de situaciones donde se confunde la lÃnea entre la dirección y el personal base de una organización.
Pero insisto, lo importante eran sus emociones, cómo de repente se sentÃa sacado de una pista donde ni siquiera le habÃan invitado.
No fue inmediato pero ahora cuando las circunstancias nos llevan a cruzar alguna palabra, siento en su voz una calidez próxima, un tono tranquilo sin grietas ni controversias como si el chaparrón hubiera pasado y pudiéramos confiar en un nuevo dÃa.
¿ No es mejor evitar un enfado ?
Buena forma de ir a por el dÃa más risueño la lectura de tu post,Juan Antonio.Gracias por compartirlo y,efectivamente,el corazón tiene motivos que la razón no entiende. Por eso,muy atentos a las emociones y mucho más a fomentar nuestras habilidades sociales.
Gracias Paz, totalmente de acuerdo.
Hablando de habilidades sociales y de la importancia de la formación permanente hoy leà en Hosteltur un post de Daniel Suárez muy relacionado con ello donde exponÃa esa carencia de formación, entre otras cosas, como una razón de fracaso de los hoteles y su rentabilidad.
¡Buen dÃa ¡
Totalmente de acuerdo contigo, Juan Antonio, hablando se entiende la gente. Y, me gustarÃa comentar una anécdota que me ocurrió volviendo con mi familia de vacaciones: era la zona de Burgos, un bar de carretera y una camarera con discapacidad auditiva. Pedimos las consumiciones y ella hizo una mueca porque se trataba de 3 coca colas distintas y un café con hielo. Mi marido se quedó perplejo de que no supiera poner un café con hielo y yo le miré y me dà cuenta enseguida que aquella chica era sorda. Su padre nos indicó que le pidiéramos a él lo que necesitáramos. Lo que la chica no estaba segura es de si tenÃa que poner un café sólo y luego un vaso con hielos a lo que el padre, con cierto aire cansino, le dijo que sÃ. Ella estaba con una cara de vinagre de aúpa porque se estaba esforzando en "hablar" y tenÃa la garganta dolorida. Inmediatamente le signé y la chica me sonrió y hablamos un poco en lenguaje de signos y se calmó y luego todo fue sobre ruedas.
Quizá alguien pueda pensar (y esto puede ser otro debate) que aquella chica no deberÃa estar en la barra de un bar atendiendo precisamente por su discapacidad, pero yo creo más bien todo lo contrario, que quizá tengamos que ser los demás más pacientes y comprensivos con personas con dificultades y tratar de ir un poco a su ritmo...
De todas maneras, el ir con una sonrisa por delante y con amabilidad y con humildad... siempre da resultado. Mejor hablar los desencuentros para llegar a los encuentros, que todos somos humanos y susceptibles de equivocarnos.