Me gustaría compartir con vosotros un interesante debate que se ha generado en mi blog personal entorno a las connotaciones de las palabras: Turista y Viajero...
A continuación os dejo el post original que publiqué en Noviembre y la respuesta reciente de David Mora.
¿Os animáis a participar?
Eres Turista o Viajero
Las modificaciones en el comportamiento y expectativas del consumidor, como consecuencia de la evidente influencia de internet en nuestras vidas, afectan a todas las industrias. No obstante, las hay más y menos sensibles a estos cambios.
Por su parte, el turismo enfrenta cambios, que comienzan por las motivaciones del viajero actual, su experiencia, la planificación y las expectativas del viaje. Afectando a todos los puntos, y todas las empresas involucradas en la industria turística, tanto de forma directa, como indirecta. En definitiva, el turismo se enfrenta a una redefinición absoluta en las reglas del juego.
En este caso, me centraré en la modificación de las expectativas del viajero en destino. La forma en la que planteamos el recorrido y las visitas, mediante las que pretendemos conocer la ciudad o lugar visitado.
A pesar de que se trata de algo ciertamente sutil, no es casual que antes haya hablado de viajero y no de turista, ya que lo considero un primer indicador de cambio en el comportamiento. El término turista, junto al de “típico”, parece denostado por aquellos “viajeros”, que se consideran más experimentados y exigentes, en cuanto a la planificación y expectativas de su viaje. (Se puede ver reflejado también en el glosario de la OMT.)
Nuevo perfil de viajero
Terminologías aparte, es necesario ponerse en antecedentes para identificar los cambios y sus razones. Así, algunas de las motivaciones más antiguas y genéricas para viajar son descubrir culturas distintas a la propia. Disfrutar de una arquitectura, tradiciones, gastronomía, espectáculos, formas de vestir, actuar, pensar o entender la vida, diferentes de aquellas en las que nos encontramos inmersos día a día. En definitiva, entendemos que viajar debe suponer un enriquecimiento personal para quien realiza dicha actividad.
En un aspecto más práctico, como es lógico, nos ponemos en situación observando primero aquello que conocemos a fondo.
De forma que, pensamos en la oferta desarrollada para el turista en nuestro país de origen. Llegando a la conclusión de que, a veces, dicha oferta se fundamenta en falsos, anticuados o malinterpretados tópicos, que no representan la realidad cultural actual de nuestra sociedad.
Por otra parte, hay que poner de relieve, cómo el acceso a la ingente cantidad de información de todo tipo, que internet ha propiciado, es un punto fundamental de influencia sobre el desarrollo del producto turístico y su “democratización”.
Si bien, son otros avances tecnológicos y técnicos, los que han logrado reducir notablemente los costes en transporte. Así como, diversidad de motivaciones comerciales, las que se han sumado para impulsar la necesaria apertura de fronteras. Internet se ha convertido en un escaparate global, que sostiene eficazmente la competición por los mejores precios.Así mismo, ha facilitado las relaciones globales, ha puesto a disposición de todos información constantemente actualizada sobre diversidad de culturas y destinos, así como su situación económica, meteorológica, social, etc. En definitiva, ha hecho de la población actual una aldea mucho más global, con menos miedo a adentrarse en destinos y zonas antes reservadas para unos cuantos.
Hoy resulta habitual desplazarse fuera de las propias fronteras para pasar un simple fin de semana, así como realizar viajes mucho más largos y complejos, cuando disponemos de varios días seguidos.
Viajamos y acumulamos experiencias de una forma muy distinta a la de hace sólo unos años. Comenzamos a viajar a una edad mucho más temprana, y tendemos a ser más independientes a la hora de hacerlo, evitando cada vez más los grupos y viajes organizados (con excepciones puntuales).
Dicho de otro modo, estamos más acostumbrados a movernos de forma independiente por lugares desconocidos, a desenvolvernos en destinos, con los que no compartimos lenguaje, ni costumbres, y somos más flexibles respecto a estilos de vida.
No obstante, todo ello hace que seamos también mucho más exigentes y capaces de reconocer, cuándo se trata de diferencias culturales, y cuándo de un intento de engaño o un fallo en la calidad del servicio.
La cantidad de experiencias acumuladas, y las expectativas que surgen de ellas. Así como, el acceso a una información más clara y completa sobre destinos y servicios, hacen del perfil del viajero actual uno muy diferente a aquel de hace 20 años. Se trata de un perfil que huye de esa imagen que representa tópicos falseados. Esta es la razón, por la cual definimos los lugares que queremos conocer de un modo distinto. Cada día es más normal escuchar que queremos descubrir y vivir la ciudad como un local, no como un turista.
Nuevos modelos de negocio, para un nuevo perfil de viajero
Este es el punto, en el que la implicación de internet y las empresas, que han surgido y se han desarrollado a su amparo, hacen mucho más notable su influencia directa sobre el cambio evidente, que el turismo está desarrollando.
Las tradicionales guías de viaje, en las que se recogía una relación de los principales monumentos, con descripciones sobre su historia y sus características artísticas fundamentales. Así como, una selección de los barrios, las calles, los bares y restaurantes más típicos, y aquellas demostraciones de focklore tradicional, que no podíamos perdernos. Han pasado a convertirse en selectivas guías sobre las tendencias más actuales de la sociedad que visitamos. Nos indican los locales y zonas, cuyo sabor tradicional atrae a lugareños y no sólo turistas. Hablan sobre aquellas tradiciones que su sociedad mantiene, y no las que sobreviven gracias al turismo. Así como, evidentemente una puesta en antecedentes sobre la evolución de la ciudad o destino, su historia y su desarrollo, sus principales monumentos o “atractivos culturales”, en lugar de “turísticos”. En definitiva, los términos son importantes y denotan un cambio en el comportamiento y en la demanda del nuevo perfil de “turista” o “viajero”.
En este caso, me parece digno de mención, el ejemplo de adaptación a las nuevas exigencias, llevado a cabo por Lonely Planet. El gigante de las guías de viaje, pone a disposición de su target una página web llena de contenidos interesantes, blogs y una comunidad online de viajeros, en la que se intercambia información sobre destinos, experiencias, consejos, etc.
Otro aspecto importante, que no podemos dejar de considerar, es el acceso gratuito a la información en la sociedad actual. Así mismo, la actualización y disponibilidad inmediata de dicha información, son cualidades a las que Google, los smartphones y otros gadgets, nos han acostumbrado en un corto lapso de tiempo.
Estos son dos de los mayores retos a los que se enfrentan las guías de viaje tradicionales, y la oportunidad de negocio que han sabido aprovechar empresas como Minube.
Minube, cuyo lema es "donde empiezan y terminan tus viajes", ha sido capaz de captar todas esas necesidades de acceso fácil, libre y flexible, a la información sobre destinos. Así mismo, han aprovechado la actual tendencia de compartir, a la que nos han acostumbrado las redes sociales, para logar una dinámica de retroalimentación de la información, en la que el viajero planifica sus visitas, obteniendo la información de la web, y vuelve a ella cuando regresa para ofrecer nueva información sobre su experiencia particular. De este modo, Minube amplia y renueva constantemente su oferta de información sobre destinos, logrando además implicar y fidelizar a la comunidad. En mi opinión este modelo, ha captado a la perfección todas las características del nuevo perfil de viajero, aprovechando además en su beneficio todas las dinámicas, a las que internet nos está acostumbrando.
En otro punto de la ecuación se encuentran modelos de negocio como Nomaders y Global Greeter Network, cuya razón de ser se basa en el deseo del viajero actual de disfrutar y descubrir de la ciudad como un “local”. Así, ofrecen dicha oportunidad de manos precisamente de un habitante local, que fundamenta su interés en motivaciones muy similares a las que nos llevan a hacer turismo: conocer y relacionarse con personas de distintas procedencias y crear vínculos, que quizá posibiliten viajar al lugar de origen de aquellos a los que “regalan” su tiempo.
Finalmente, ejemplos como el de Zagat o Tripadvisor, nos demuestran como el boca-oido de toda la vida, ha alcanzado otra dimensión gracias a internet. De forma que, la recomendación por parte de nuestros clientes, se torna fundamental e imprescindible para garantizar el éxito y la pervivencia de un negocio.
En definitiva, empresas como las mencionadas y más, son un ejemplo de cómo los modelos de negocio están cambiando en el entorno de internet. Algunas de las exigencias más claras del consumidor de hoy son inmediatez, gratuidad por lo que antes tenía un precio, cercanía, autenticidad, flexibilidad... De forma que, las corporaciones cuya adaptación sea demasiado lenta y poco efectiva a este medio, corren el grave peligro de quedarse fuera de los huecos de mercado, que otros vienen dispuestos a suplir por ellos.
Aquí la respuesta de David al post:
¿Turista o viajero? Un debate tan inocuo como apasionante
¿Cuándo empezó a resultar embarazoso parecer un turista? ¿A quién se lo ocurrió que era más cool autodenominarse viajero en vez de turista? Son preguntas que no tienen respuesta, pero sí parece claro que a raíz del último vídeo promocional de Promperú el debate volvió a abrirse con fuerza. Vaya por delante que el vídeo me parece excelente, con su storytelling, su segmentación de demanda, su call-to-action, etc.
Pues yo pienso que eso de diferenciar viajeros y turistas es un poco snob. Pareciera que ser un turista, de esos que van a los destinos a descansar, tomar el sol, comer y beber bien, darse unos paseos y comprar recuerdos para la familia, es poco menos que una vergüenza.
No, ahora no queremos turistas. Solo queremos viajeros. Gente que viva intensamente sus experiencias en ese destino, que se integre en el entorno, que sepa dónde comienza su viaje pero no dónde acaba… yo te lo digo… en el mismo lugar que el turista, en su casa deshaciendo la maleta.
Sin duda alguna los turistas ahora nos están reclamando que su experiencia en destino les aporte algo más. Desean, deseamos, aprender durante el viaje, probar la gastronomía del lugar, conocer sus tradiciones, etc. No sé si eso convierte a un turista en viajero. Yo creo simplemente que todos tenemos más experiencia viajera y eso nos impulsa a buscar cada vez más. También con el paso de los años vemos más cubiertas nuestras necesidades y vamos acercándonos a la auto-realización de la que hablaba Abraham Maslow.
Pero todo esto no significa que debamos despreciar un forma de viajar, una forma de entender la industria turística que durante décadas ha creado muchos puestos de trabajo, riqueza y, en cierta medida, la evolución sociocultural de nuestro país. Como siempre digo, yo no quiero ni turistas ni viajeros para España. Quiero clientes que disfruten de su estancia, que cada año gasten más, que repitan y que lo cuenten a sus amigos y familiares. Si logramos esto, lo demás me da igual.
Esperamos vuestros comentarios!!!
Inma y David, el video me ha puesto meláncolica y estoy derramando unas lagrimitas....es que hace justo 20 años que yo visité ese país, como turista, viajera o como quiera llamarse.
Creo, sin temor a equivocarme que si pudiera volver, cosa que estoy deseando, lo podría saborear mucho más, puesto que hay infinidad de cosas que antes eran secundarias cuando viajaba y que ahora se han convertido en primordiales a la hora de elegir un destino. No cabe duda, que al volver a un lugar después de tantos años, la experiencia puede ser estupenda, pero también decepcionante, ya que todo cambia, el destino y nosotros.
¿Cómo creeis que se sienten los crucerista que han realizado la misma ruta 10 veces sin apenas salir del barco o los que busca el todo incluido en destinos masificados de sol y playa: turistas o viajeros?
Hola Estela, yo también estuve en Perú hace bastantes años (¿14 ya?) y guardo un gratísimo recuerdo del país. Respecto a tu comentario sobre los cruceristas que han hecho el mismo trayecto diez veces, o los que vacacionan en destinos tradicionales de sol y playa...sinceramente no creo que ni se planteen qué son. Espero que se sientan bien, por encima de todo. Lo ideal sería que profundizaran en nuestros atractivos y que hablaran de ellos, para seguir construyendo marca España unida a valores diferenciales (como la cultura marinera por ejemplo ;) Pero de mientras...que sigan viniendo! :)
Saludos,
David
La verdad es que después de ver el vídeo, ya me gustaría a mi poder decir que he estado en Perú, aunque fuese hace un par de años! jejeje.
Estoy contigo David, en el caso de los cruceristas, (como en el de cualquiera de nosotros, después de pasar varios veranos en el mismo destino), no creo que nos planteemos si somos turistas o viajeros...
En cualquier caso, me parece que la clave en realidad está en la experiencia que hemos sido capaces de acumular. Es cierto que todo ha cambiado mucho estos últimos años, incluidos nosotros mismos y la forma en la que vivimos las cosas.
Creo que el término turista se asoció con el desarrollo de la oferta y el perfil de demanda de la época del boom en España. Después de los resultados en muchos destinos, y de la tendencia a la individualización del servicio, ect... Se ha tratado de romper con todo lo que estaba relacionado con esa fórmula de desarrollo turístico, incluido el término turista. Después de darle vueltas y ver las opiniones de otros, creo que esa es mi conclusión.
¿Cómo lo veis vosotros?
Que más da, turista o viajero, cuando lo que realmente deben ser para nosotros, es CLIENTES, o dicho de otra forma EL PAN NUESTRO DE CADA DÍA.
Lo importante es que nuestras empresas se den cuenta de una vez por todas, que con cualquier denominación que se les pueda dar, lo importante es no defraudarles, ofreciéndoles servicios de segunda en establecimientos de primera, y eso requiere mayor profesionalidad, desde el nivel directivo al de ayudantes, cosa que difícilmente se va a lograr con salarios tercermundistas, en hoteles con poca cuando no nula organización, que no saben comercializarse, y que dado los bajos precios que perciben de unos medios de intermediación depredadores, que han ido dejando sin espacio al agente de viajes tradicional, que ha ido cavando su propia tumba, al tomar la senda fácil, limitandose en muchos casos a vender los programas de mayoristas que crean redes propias de ventas, para hacerles la competencia, al igual que los nuevos intermediarios "on line" hacen con los hoteleros, con los que compiten por medio de las altas comisiones que éstos les pagan.