Casas de un blanco deslumbrante y balcones adornados con geranios y albahacas, calles estrechas y empedradas, incontables iglesias con cĂşpulas azules y rojas. En las colinas, los molinos de viento recuerdan un pasado no tan lejano.
Riscos con la silueta del blanco de casas que parecen emerger de la roca misma. Capillitas construidas en lugares difĂcilmente accesibles. Algunos árboles que los vientos doblan a su paso. Y todo alrededor, el azul, y la brisa del mar que rodea la isla y le confiere su riqueza.
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