By Enric Ribera Gabandé
Ayer noche, sábado, 31 de agosto 2013, fue la última noche: la última cena, no la de Jesús con sus apóstoles, si no la del mÃtico restaurante Racó de Can Fabes, de Sant Celoni (Barcelona) con los clientes que llenaron su comedor. Para mà ha sido (en varias décadas) una de las pérdidas más sentidas que ha sufrido el sector restaurador. A otras muchas, he echado de menos su desaparición, pero ésta, no hay dudas que es, tanto para este que firma el artÃculo, como también para otras tantas personas más, un golpe muy fuerte; un momento muy difÃcil y triste a la vez. Será, por supuesto, muy difÃcil sustituir la gran escuela que ha dejado atrás Santi SantamarÃa, la hija, Regina, y su innumerable personal que se ha formado en este prestigioso establecimiento barcelonés a lo largo y ancho de su vida restauradora.
Racó de Can Fabes, que fue el primer restaurante catalán en lucir 3 estrellas en la prestigiosa guÃa roja Michelin, mantenÃa como emblema profesional el respeto a las materias primas, el respeto a los sabores y texturas de estas, a lo que representan y al buen quehacer de los productores. No conceptuaban otra manera de actuar. En Can Fabes, cuando se comÃa unos guisantes, sabÃan a guisantes, no a alcachofas; cuando el plato estaba nutrido de pescado, el sabor del mar estaba presente en la boca, se denotaba el olor y el sabor de las aguas del mar.
La personal filosofÃa que Santi inculcó a los suyos fue el referente de una gastronomÃa natural, tradicional, saludable y renovadora, a la vez. Cataluña, hoy, 1 de septiembre, está triste con la pérdida de uno de los buques insignia de la mejor cocina catalana. No obstante, como consuelo, Regina ha anunciado que éste no es un adiós definitivo, sino un hasta pronto. ¡Que sea asÃ, Regina. Esperamos una segunda parte!